martes, 29 de junio de 2010

A LA IZQUIERDA DE LA VIDA


¿Eres zurda? Esta pregunta ha estado conmigo desde que tengo uso de razón. En el Kinder, no entendía por qué la maestra me cambiaba de mano los lápices de colores, ni tampoco por qué me apretaba una extremidad superior con la cual no me sentía cómoda para escribir mis primeras letras. Pensaba que algo andaba mal conmigo, pero no entendía que podría ser.

Sucedió que un día mi papá hizo su aparición en el aula de mi escuela; Estuvo hablando con la maestra algo sobre mis manos, ¿Le habría jalado yo el pelo a alguna niña? ¿Habría dejado mis huellas sucias en la pared?, ¿No hacía bien mis tareas? En ese entonces no lo supe. Solamente entendí que tenía que ver con que me dejaran dibujar libremente, sin presiones de ningún tipo. Mi papá era zurdo contrariado (se les denomina así cuando se les obliga a escribir con la derecha), y no quería lo mismo para mí, ya que él como muchos otros zurdos, padeció de discriminación y maltrato a causa de la incomprensión y la ignorancia de sus padres, e incluso de los maestros con quien le tocó estudiar.

¿Es un problema ser zurdo? Ciertamente no lo es, pero si puede ser una desventaja, para quien se enfrenta a un mundo que ha sido planeado por y para los que tienen su mayor fuerza en la mano derecha.

Una de mis experiencias más recientes, con respecto a la desventaja que padecemos los zurdos, ocurrió el viernes pasado. Acudí a un lugar donde se sacan copias. Debido a mi incapacidad de manejar la guillotina (ya que este instrumento está diseñado para usarse con la mano derecha) pedí ayuda al empleado en turno, quien me comunicó que no prestaba el servicio de recorte de papel. Si quería ese trabajo, dijo, tendría que pagar por él. Ya que no estaba dispuesta a gastar dinero extra en mi material copiado, decidí intentarlo por mi cuenta. Me tomó casi una hora cortar 100 hojas de papel. Si existiera una guillotina para uso de los zurdos, estoy segura de que hubiera empleado mucho menos tiempo.

¿Qué es ser zurdo? Contrariamente a lo que muchos piensan, la zurdería no está en la mano, si no en el sistema neurológico; es este el que determina la preferencia manual. Por lo tanto, obligar a un niño zurdo a escribir con la derecha, no lo hace diestro, ya que seguirá comiendo, lavándose los dientes o lanzando una pelota con la mano izquierda. Lo único que se logra, es que baje la autoestima del pequeño y permanezcan en él pensamientos de inutilidad y torpeza. Es un verdadero desperdicio de energía y se desaprovechan las posibilidades de desarrollo del infante. Por eso es necesario que padres y maestros encaren la zurdería del niño, no solo con buenas intenciones, si no también con información actual y seria. El zurdo está más expuesto que el diestro a los fracasos escolares, pues enfrenta un sistema de enseñanza que no está hecho para él. Incluso el inmobiliario dentro del salón de clases no es el adecuado; los mesa bancos tienen la paleta del lado derecho y es muy incómodo para el niño zurdo escribir con la mano en el aire; Así que tendrá que torcer su cuerpo para poder acomodarse. También corre el riesgo de volverse tímido e inseguro, ante la incapacidad de resolver la situaciones con las que se enfrenta, al ritmo que lo hacen los demás. Todo esto puede causar problemas de aprendizaje, en especial la adquisición de la lectura y la escritura.

Algunas dificultades específicas para los zurdos son: La inversión de letras y escritura en espejo; escritura torpe y poco legible, inversión de números dentro de una cantidad, mala ortografía y dificultad en el reconocimiento de letras y palabras para leer, entre otros.

Esto no quiere decir que el niño sea menos inteligente, sino que los sistemas y métodos de enseñanza están adaptados para el uso de la mano derecha y el zurdo no cuenta con ningún tipo de ayuda que le facilite el aprendizaje, al contrario, tiene que enfrentar obstáculos que lo entorpecen, pues tiene que hacer cosas que van en contra de su naturaleza.

“La preferencia manual es el resultado de factores completos cognitivos que se originan en la estructura del cerebro. Cambiarlos por la fuerza puede dañar al niño en su desarrollo académico y volverlo torpe y rebelde” (Peisekovicius).

Existe en nuestra cultura una actitud negativa hacia la zurdería; lo bueno es derecho, lo malo es izquierdo. “Tienes que ser derecho”, reza esta frase que manda al individuo a ser honesto, cabal, respetuoso, integro, etc. “Los grupos de la izquierda” se refieren a las minorías, a los que están equivocados o fuera de la ley. Y así solo por citar algunos ejemplos.

Cuando un niño tiene que realizar alguna tarea que está por encima de sus capacidades, lo más probable es que fracase en el intento. Es evidente que esto le produzca perturbaciones emocionales. Si al zurdo se le exige que lleve a cabo tareas escolares a la misma velocidad y eficiencia que al diestro, el niño puede experimentar sentimientos de frustración, baja autoestima e inseguridad, además de perder todo interés en el proceso de aprendizaje.

En Cancún son pocas las escuelas particulares que incluyen en sus instalaciones mesa bancos con la paleta hacia la izquierda.

Las escuelas oficiales de la localidad no cuentan con estas facilidades. Pero no solamente el inmueble resuelve el problema. Es necesario que los maestros, padres, pedagogos, psicólogos, y todos los involucrados en el área de educación, conozcan y apliquen la metodología adecuada para facilitar el aprendizaje del niño zurdo.

Desde 1990 se publicó en la Secretaría de Educación Pública, un decreto donde dice que el Programa Escolar debe adaptarse a las necesidades especiales de los niños, el problema es que a los maestros no se les ha dado la capacitación necesaria para cubrir este requerimiento.

Sobreviví (como muchos adultos zurdos) a la mala letra, a los cuadernos manchados, a las líneas chuecas, al saludo a la bandera, a persignarme con la mano “correcta” y a las exigencias que iban más allá de mi capacidad. Desarrollé mecanismos de defensa ante la discriminación, bromas, chistes de mal gusto, apodos, “la chueca” etc.

Sigo lidiando con las guillotinas de papel en los centros de copiado, con los cambios de velocidad en el auto, con los utensilios de cocina, con el saludo de mano, con esta computadora donde estoy escribiendo y con muchas otras cosas inimaginables para los diestros.
A pesar de todo eso, me siento orgullosa de haber superado todos esos retos, haber logrado metas y de tener el don de la perseverancia.

¡Si! Si soy zurda y estoy muy contenta de serlo, pues me dio la oportunidad de aprender cosas de la vida que de otra manera no hubiera sido posible.

Lic. María del Carmen Domínguez Berlanga

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